lunes, 17 de marzo de 2014

Mereces vivir la primavera


Infusión
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Para Elsa, Cris, Marián, Paula y Pablo



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Inacabado, inexpresado, limpio de aventuras poderosas, seco en detalles, el invierno se te va de las manos. Ese punto allá distante es el Sol que tanta vida nos provoca. La Tierra ha dado las vueltas necesarias y en su órbita han sido lavados tus malos recuerdos.

Qué difíciles los domingos invernales ¿verdad? Ya se acaban. Podrías tener un poco de dicha al enterarte de eso. No desaparecerán ni tus manos regordetas, ni tus codos aún rosados, ni esa mirada que brilla tanto que pareciera estar siempre al borde del llanto. Nada de eso se irá con el invierno que acelerado vuelve ya a sus cometas lejanos. Ya lo tendremos de vuelta.

Pasaste la prueba del frío que sentimos cuando los árboles se secan y la niebla espesa se manifiesta en cuerpo, alma, praderas cenizas y olvidados ríos. Pasaste la prueba y mereces vivir la primavera.

Mereces la primavera por bonita y por floral, por risueña y por coqueta; mereces cada miel de las abejas, cada polen incrustado con ímpetu paciente en margaritas.

Ya verás los abejorros en abril y escucharás con desenfado el canto de ciertas aves que pueblan el jardín de tu abuela cuando llegan los primeros aguaceros del quinto mes que nos trae el año. Agua y ruido sí, chiquilla de ojos pispiretos; agua a raudales, en tormentas, con crecidas en los ríos y árboles gozosos de nuevo alimento.

La primavera es emocionante y conmovedora para todos los niños, y no serás la excepción. Tu madre, entrados los primeros días soleados, te vestirá de blanco y acomodará (con el pasar de las horas) moños en diversa tesitura y policromía. Y te sacarán muchas fotos junto al perro que te asusta, pero ya no verás colmillos con saliva en Yaqui sino ojitos juguetones donde se reflejan libélulas. Los perros siempre están jugando pero en invierno se asustan. No se lo digas a nadie, que quede entre tú y yo.

Tu transitar por esta renovación del planeta que ahora habitas durará tres meses y yo dejaré de ser tu "amiga secreta que vive en los eucaliptos" como bien le cuentas a tu hermana. En verano nadie nos necesita, ¡verás con agrado cuántos compañeros te invitan a comer y reír y nadar a sus casas! El verano es tan terrestre, y en otoño tus padres querrán que empieces clases de piano.

Ya volverá el invierno y con él las escondidillas en casa de tus primos, o los cuentos de papá en la chimenea o las camas con esos molestos monstruos que viven debajo aterrados por el frío. Pero no temas que allí voy a estar ayudándote a dormir mientras te cuento de mis nuevos amigos al otro lado del mundo; los que viven el invierno mientras tu vistes de blanco.

En nueve meses regreso, saltarina, y el invierno volverá a ser nuestro. Las nubes ya avizoran otro cielo más azul y los pastos crecidos de tu infancia te esperan calurosos para que tiendas edredones sobre ellos y bañes tus muñecas al sol de la tarde apacible.

Los minutos gotean durante el invierno ¿sabías? Lo que parecen 91 días se convierten en años de conversaciones, inventos y juegos donde sólo tú y yo mandamos. Así que voy y vuelvo Sofía; la Tierra sigue girando muy aprisa.

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El bosque de eucaliptos es una foto de Teresa Schnokea

.26.

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