martes, 11 de febrero de 2014

Té para cinco


Infusión 
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- Vacío creativo sin concesiones -





Uno

Alienados, vencieron el miedo a terremotos y gobiernos; clamaron por familia honesta y se deshicieron de sus ropas, de sus bienes, de sus hijos inquietos y esposas mandonas. Pocos saben hacia qué lugar partieron.

Quienes los han visto cuentan que -ases de todo camuflaje- saben obscurecer la mirada cuando atisban rayos lejanos. Llega siempre en punto de las cinco la lluvia impertinente y no hay fogata; huyen como borregos asustados en medio de la campiña y agitan los brazos, los pañuelos blancos: ¡tapa esos leños!, dicen en su nuevo lenguaje silvestre y adiestrado.

Se está cayendo el cielo -¡mira esas nubes moverse como dragones negros!, ¡mira esas olas!, ¡mira ese mundo en torbellino!- y con uñas y pellejo se protegen de los dioses.

Luego bailan vencedores cuando la luna emerge por los mares y cede la noche el paso a las linternas, a los insectos, las medusas fluorescentes, a los cangrejos, el silencio, la caza en silencio, su caza en silencio, su silencio.

Valiéndose de pertrechos, colores, sinrazón, han sabido forjar amasijos de flores que luego cambian por mujeres al mejor de los postores. Saben reinar sobre lo secreto y hacia lo secreto divagan como ágiles monos entre las ramas que esconden a los árboles viejos de los / No. Muy... no sirve. ¿A dónde va?, ¿de dónde viene?, ¿cuál es el móvil, la estrategia, la línea directriz de tus "monos"? No sirve.


Dos

Le gustaban los sonidos y a mí la arquitectura de la planta de sus pies. De pies nos desarmamos al volar hacia la estepa carmín de nuestros espejismos áridos. Antes de partir, alimentamos una última vez a los colibríes que siguen llegando a esa nítida provincia del ensueño entrado mayo, cuando el sol se filtra en las gargantas de las ranas.

Antes de partir emergió el rumor de más grillos que acechaban desde hace algún tiempo los alrededores del huerto / ¡Qué coños! ¿"nítida provincia del ensueño"? ¡Qué mierdas es eso!


Tres

No tengo ganas de decirte lo mucho que presiento que el barullo universal de este diseño maltrecho ha desgastado los engranes y querellas que una tarde con estanque nos armaron de fuego y concupiscencia las orillas de tus labios y los míos. 

Quedose para siempre el rubor de mis mejillas metido en cada hueso, y el agua dulce de tus ojos se inclinó sobre mi sien amalgamada ya a tus pechos / Debes de estar bromeando al escribir 42 palabras sin una sola coma. Es buena imagen, puede servir más adelante, pero te estás repitiendo: "ya sé; como no se me ocurre nada, hablemos de amor, ¡y metámosle sexo!". Fino, torero caro ¿eh?, peatón acatrinado. No sirve, pues.


Cuatro

Me rompió la mano al saludarme. Hilos de escarcha salivosa escurrieron de su barba luego de la gentil carcajada que tras de sí soltó. La marea bajaba tanto en abril sobre el plano inclinado de sus playas que hoy, pasados los años, sigo creyendo que el gigante no notó todo el daño que me hacía al momento de ent / ¿El cuento de un hada madrina? "Me rompió la mano al saludarme". No mames. No pinches mames. 



Y cinco

Recuerdo con cariño y hastío la tarde aquella de noviembre con baja neblina xiqueña en la que decidí pintar una cenefa de diversos tonos verdes sobre los muros de mi cueva. Sonaba insistente el jazz nórdico de Lisa Ekdahl y su insigne Peter Nordahl Trio. Y mis dedos, de pintor de barrio, de hacedor de sueños / Eso, ponte a hablar de música... ¡cobarde!


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La foto es de "Abandono y decadencia", 
el súperblog de Jordi Coll

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