jueves, 14 de noviembre de 2013

Almíbar


Infusión 10 / 30



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Luego del rictus queda mucho. Nos lastima recordar el mucho. Nos duele la risa. Detrás de la risa hay más descubrimiento de lo que hemos hecho bien, del bien que nos han hecho.
            
Queda la risa, no los dientes; la sonoridad tangible en cada esquina de estas paredes amarillas. Y es que tu risa es ambarina, y es añil, turquesa y es magenta en las noches de abundancia y providencias.
     
       Luego de tu risa queda tanto. Me punza resonar el tanto. Me duele tu risa. Tu risa sobre mi espalda, a flor del llanto y la cosquilla / galope maestro y alas batientes en la mocedad del devaneo.

            Tu risa-quebranto de lisonjas en el jardín que no tuvimos, de juegos de mesa tu risa, de folios esparcidos en la alfombra: sigilo de un diario encapsulado que ya no secreta nada.

           Savia y corteza de un árbol segado para fuegos blancos en otras noches campiranas con grillos que no me cantaron. Tu risa allí se quedó volando muy bajo y a merced de tordos, las mariposas y sapos. Tambor lejano de las estampidas que biencorriste.

           Tu risa y el fango: restos sobre despojos de otros mares derivados de tus océanos. En las orillas: tu risa; de las cálidas habitaciones a la marejada repugnante. Hay unos ojos que te miran verter sobre tus labios humedad y carcajada. Mar de risa.

            Tu risa feroz, de leona hambrienta, de fiesta con orquesta, de carrerista fugaz a nuestro futuro infranqueable. Tu risa manierista de eslabonadas carnes. Risa cereza en el pastel. Risa y almíbar.

            Tu risa nevada bajo el sol abatido tras las montañas, y el carácter encima de vino añejo que has tenido desde siempre. Mi manta sobre tu risa urgente en las nubladas tardes del altiplano marchito. Mi manta. Todos los adjetivos.

            Luego de la risa queda el espanto de la risa a solas. ¿O por qué razón tu risa me queda tan alojada en la memoria? La franqueza, la obviedad, toda la picardía y tu risa en medio de nosotros, tan de aviones de papel y nubes que escampan sobre marfil-acero.

           El viento que trae tu risa y la reemplaza por celofán para envolver dulces de mantequilla. ¡Ni cuenta nos dimos! Tu risa mezclada de polvo y tosidos y teclas golpeadas de Bösendorfer, golpeadas con arritmia como tu risa de dimensión bondadosa y sabor membrillo que contagia.

           Todas las frutas sobre tu risa y el papel en el que escribo ante tu risa que no percibo. El entarimado de tus versos cuando ríes y el río por el que se estrellan sin prisa los dorremíes que de tu risa escapan flotando.

            La señal de gozo. Tu risa. Estertores de una noche duradera en magia, parafina, saliva y aliento. Tu risa allí, haciéndole frente al pensar desviado y al agobio. Entonces tu risa que después se ha vuelto tornado acalorando las líneas del olvido. Tu risa y el olvido. Formas antagónicas de no tenerte riendo.

            De(no)tenerte. (Riendo)

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