miércoles, 9 de diciembre de 2009

Debut X

> (y despedida)



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1.

Es el tiempo. Lo cura todo el tiempo. Lo… cambia; o más bien se mimetiza con el olvido. Es, entonces, el olvido el que lo cura todo; el que cambia tiempo por espacio. Y los espacios se olvidan, igual, huyen de sí mismos, se reencuentran luego, en las orillas del tiempo, y allí se quedan esperando, a veces eternos, que pasen los trenes viejos para pedir un deseo: ser otro. Otro espacio en otro tiempo, otro querer de algún momento perdido. Así, sin poder dejarse a cuestas, solo, vagabundo el tiempo, expectante: muere. Muere y no renace - nunca.



(Y el viento desliza sus manos tocando apenas los pastos fulgurantes de todas las ignotas praderas / Y el canto de otras ruinas endereza sus paredes / y el otoño reverdece / y las ganas / los matices/ cada entorno con musgo / y toda el agua seca su pudor sobre las piedras / y el remanso de los ríos acaricia)



Sólo a veces se le escucha susurrar desde el subsuelo una tímida esperanza de regreso, un atávico interés en los relojes, unos pasos cuesta arriba; otros muchos, cuesta abajo. Se descompone, ¡pobre tiempo! sin que unos ojos toquen sus errores, sin que manos puedan ver todo el pasado.

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Dicen los abuelos de otros niños que cuando uno encuentra, casi por designio, su mortaja, se nos vuelve gris el aliento. Se quema, quizá por dentro, y huye a otros cuerpos con más ambiciones. Ni busco entonces, ni encuentro; dicho así: me esfumo en las esquinas, me adhiero a las tapias redentoras, sorbo otras tazas ajenas, ando que me ando por desatar injurias, volcados momentos de nostalgia, ritmos sosegados, escritos moribundos, estancados y mohosos que ya no me advierten ni divierten.



Fui lo que me di, ofreciendo de paso la causa innoble del tiempo compartido y la mirada cómplice. He dejado (sin causa de traición) las rimas forzadas y el espíritu nómada. Viajé sin mucho afán por entresijos femeninos, masculinos, infantiles, animales, animosos, naturistas, comilones, armoniosos: sensatos y arreglados pensamientos. Canté las canciones que quise y miré con espanto mi silueta en muchos textos reflejada. Cedí al miedo, al criticastro, a la herramienta volátil de las palabras planeadas. Hube, tuve, rompí, concatené. Inquieto es el adiós con alegría.

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Luego partí, (...) partiré hacia el hallazgo emocionante del asombro renovado. Afuera suceden tantas cosas como grandes tengas los ojos, como afilada la pupila; abierto el corazón y la rutina cerrada. Afuera está también cada tropiezo que insiste y todo el invierno que pidas, todo el calor que me aguantes, todo el odio y la paz que pueda enfundar tu cuerpo en otros instantes.



Hoy soy nube hiperactiva y troglodita. Hoy me lluevo y seco, traigo a casa el universo y prometo estar atento a supernovas, centellas, cataclismos eventuales. Quiero postergar (para otras tardes) al niño que escribe en papel y se riza los cabellos con un lápiz. Quiero enderezarme y comer las mandarinas escupiendo al suelo sus semillas. Deseo, con todo el empeño que desear supone, encunarme en los muslos creativos de la mujer que anhelo y habito. Punto / se acabó.

2.



Nunca he querido redimirme aquí de los fantásticos mundos lejanos que pueblan la nada imaginaria. Nada se ha quedado con Todo en este divorcio: en esta incompatibilidad terrible y reduccionista de la miniatura literaria y el relato breve. Nunca he querido eximirme y sin embargo, por una gracia casi maldita (embrujo, talvez, magia negra de astutos poderes supremos) caigo y respiro y no aprendo y termino, siempre, inevitable, sin rezongar siquiera, en la excusa poco honesta del “con permiso, yo no pienso así”. Luces, atención; montaje que desprevenido cuaja en casi cualquier esquina. Basta. De. Excusas. Lo anterior, sin fatiga, lo entona mayúsculamente.



Sin embargo, así de simple, y perdón por la tristeza (como escribiera abruptamente Don Vallejo), debo reconocer sin tanto tapujo y harina, que la he pasado bien; que escribir ante los ojos inquietos del que no me reconoce ha dejado regodearme en egos, y de paso, darme entrañables amistades, forrajes radiantes y amor de veras. Lujos que traen consigo la palabra escrita, la búsqueda, el otoño.

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Desde la entraña socorrida de maravillas errantes, desde el silencio que ocasiona el fuego blanco, desde la montaña, este cielo, la marea, los venados; desde aquí dejo los bosques. Pueblo el armario de olores. Reparo las alas de coleópteros azules. Juego al niño, a la ronda, a la marcha tribal de las fogatas; juego. Y miro las fotos.



Y… pregunto, blasfemo, ruego: ¡nos vamos o nos quedamos! Y el lector gozoso agita encendedores, las abuelas se emocionan, las luciérnagas congregan a su prole, una nube gris me mira y calla y yo…

Yo inclino mi espalda quitándome el sombrero, sonrío canalla, les guiño un ojo a todos. Cae el telón de porcelana.

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Atrás se quedan reencuentros, formas, disculpas, propuestas, maldades. Atrás se esparce la aurora del desvelo hacia la ventana con flores y cigarras. Atrás (y elegantes pavorreales viejos) se ciñen mis dibujitos. Atrás el vino, la albahaca, el romero. Atrás los sortilegios de cada sobremesa, los baúles con juguetes, la mañana, las calzadas, los árboles de amarillo. Atrás todo el veneno y los frascos. Atrás la herrumbre soez de mi memoria. Atrás el nido caliente, las malteadas y bohemias. Atrás el regocijo y dolor de los textos mal paridos, de las falsas salidas. Atrás los temores al renglón sin chiste. Atrás el lenguaje que se encumbra simultáneo hacia fronteras más obscuras, menos confundidas. Atrás las bugambilias y el reloj. Atrás la golondrina que madruga y cada cascanueces que rompí. Atrás los milagritos de lo verde y el altruismo de la tierra mojada. Atrás cada guarida y atrás, también, las soslayadas letras y el refugio en alter egos. Atrás el circo, los altares, las visitas, las buenas acciones, la indiferencia a los semáforos. Atrás el estertor de las resacas, la madera apolillada, los vientres, las cinturas, los peldaños. Atrás la negritud y las cantatas. Atrás de nueva cuenta. Por favor, y sin censura, atrás. Sólo adelante la gente, la música, nosotros. Sólo, por favor y sin censura, sólo nosotros.

Fin de trayecto.



Y como quien arriesga esa intimidad ansiada, vuelo.
Y como quien corrige su pasado, cambio.
Y como quien escribe pese a todo, alguien.
Y como quien se interna en la espesura, ando.
Y como el tiempo, que se vuelve pasajero, silbo.



¡Salud! Siempre.

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foto 9: Tania Estrada
foto 14: Vietnam García

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8 comentario(s):

Carmen dijo...

El pico, el pico, ese cielo, ese otro cielo, ah y el morado, qué divinidad de espectáculos capturas y manipulas con tus lente.

Me encantó ese cielo morado. Habrá que hacerle una canción tan famosa como la otra al cielo rojo.

un abrazo fraterno

PAto dijo...

Maestre, excelente post, este estilo MTF es buenisimo, me agrada de sobremanera.
Quiero el cielo morado en original firmado impresión tamaño carta enmarcado para ponerlo en mi bar.
Asi quedamos.

PAto dijo...

Bueno, ya no se si el morado, azul, el rosado,o el gris ya vez con eso de mi daltonismo, pero alguno el que tiene el arbolito me gusto tambien mucho.

Anónimo dijo...

Me encantaria que se pudiera expresar lo que sentimos de esta manera, sin movernos a lo cotidiano, a lo de siempre, espero encontrarte en otra vida y que seas capaz de hablarme cada dia de este modo, al centro de mi como lo haces siempre que te leo. Gracias.

ursula dijo...

Amor,

Cuántas cosas quisiera decir sobre este último post del Peatón... que se me hizo un nudo en la garganta cuando me dijiste que habías decidido cerrar su ciclo, que le agradezco tanto el que haya sido el medio para conocerte y estar ahora a tu lado.

Gracias por esta mirada tuya que compartiste con nosotros, gracias por tus palabras, por la música, por las fotos, por tus telescopios, tus microcospios y tus ventanas a lo cotidiano. Gracias por los sueños que compartiste conmigo a través del Peatón, gracias por tus retratos imaginarios, por pintarme también a través de tu mirada.

Celebro tu valor para cerrar ciclos y para empezar nuevas vidas, celebro tu sabiduría para saber terminar, y celebro también tu nuevo proyecto, que estoy viendo germinar ya en este momento.

Te amo, y siempre visitaré con nostalgia y agradecimiento estas páginas tuyas.

¡SALVE EL PEATÓN!

Anónimo dijo...

Y yo que apenas te conseguía un nuevo fan.

...

Bueno pues; entonces caminaste las palabras y, ahora ¿...?

A seguirle pues, que pa'aluego es tarde.

Hasta siempre.


Aneh!

Lulu dijo...

Clap, clap, clap....
Yo aplaudo, te aplaudo, es lo que corresponde al terminar de leer esta entrada...
La pequeña Emilia aplaude, clap clap,
sonríe, aplaudiendo...
ahí te va el aplauso, su sonrisa...
COn cariño,

Lulú

PAto dijo...

Noooo. No te vayas, no nos dejeeeeesssssss... No me hagas esto ahora que necesito de tus letras(llanto de plañidera de quinta y sin sueldo, o para ser mas coloquial y autoctono, de marrano en matadero, jeeee, porque mi abuelo decia que cuando se dedicaba ...)Jeee. Si cierto.
Bueno furcio, pues que el nuevo blog nos depare muchas buenas lecturas, fotos y musiquetas.
Espero que ya hayas respaldado toda la información, porque estas chivas ciberneticas no tienen palabra de honor. Ademas recuerda que nos pueden catapultar al Jet Set en una de esas, uno nunca sabe.
Así quedamos, un abrazo y nos vemos el viernes.